Biden se derrumba: ¿Es hora de retirarse?
"Biden parecía necesitar urgentemente un GPS para no perderse en el escenario".
El debate presidencial de la semana pasada fue una catástrofe de tal magnitud para el presidente Joe Biden que lo más sensato sería que se retire de la contienda. Durante el enfrentamiento televisivo con el exmandatario Donald Trump, Biden mostró un deterioro físico y cognitivo tan evidente que hasta sus propios asesores y medios afines lo admitieron.
Algo que definitivamente destacó la noche fue cuando Trump dio esta mordaz contestación: “Realmente no sé qué dijo al final de la frase. Tampoco creo que él sepa lo que dijo". Esta respuesta, dirigida a uno de los innumerables balbuceos de Biden, resume perfectamente el desastre total. Durante los 90 minutos del debate, Biden se mostró desorientado y muy confundido, una percepción compartida por televidentes y periodistas, sin importar su filiación partidaria. Esto podría ser el fin de su campaña de reelección.
En los días previos, los analistas coincidieron en que el principal reto de Biden no era defender su gestión o atacar a Trump, sino disipar las preocupaciones del electorado, incluida una mayoría de sus propios votantes, sobre su debilidad física y mental. Estas preocupaciones han sido evidentes en sus apariciones públicas de los últimos dos años. La Casa Blanca ha tratado de minimizar estos lapsus a toda costa, argumentando que eran recortes malintencionados o incluso muchos de ellos montajes de inteligencia artificial.
Colaboradores muy cercanos a Biden habían afirmado que el debate sería una oportunidad para reiniciar la narrativa sobre el presidente y su presunto declive debido a su avanzada edad de 81 años. Esta preocupación fue subrayada a principios de año por el fiscal que lo exoneró en el caso de retención de documentos clasificados, sugiriendo que Biden podría haber cometido el delito sin mala intención debido a su senilidad.
Contrario a lo esperado, Biden no logró despejar estas dudas. Desde el inicio, se mostró perdido y débil, hablando con una voz tenue, recitando respuestas notoriamente ensayadas, pero sin lograrlas completar. Sus frecuentes lapsus y su incapacidad para articular argumentos coherentes, incluso sobre temas que deberían haberlo favorecido, fueron evidentes. Uno pensaría que con tanto ensayo, al menos habría memorizado algo, pero al parecer ni eso.
En contraste, Trump se apegó a su guion habitual, centrado en criticar la inflación y el aumento de la inmigración ilegal bajo la administración de Biden. Mostrándose más disciplinado y moderado de lo habitual, Trump exhibió una elocuencia y seguridad que lo coronaron, según los sondeos posteriores y análisis periodísticos, como el claro ganador de la noche.
Si uno se hubiera quedado dormido al inicio del debate y despertado al final, podría haber pensado que había sintonizado una comedia de situación en lugar de un debate presidencial. Biden estaba tan perdido que no me sorprendería que al final haya preguntado si ya podía volver a su sótano.
Posiblemente haya sido el peor desempeño de un candidato en toda la historia de los debates presidenciales de Estados Unidos. Históricamente se mencionaba el debate Kennedy-Nixon para ilustrar cómo un candidato puede perder una elección por su mal desempeño; ahora ya tenemos un nuevo ejemplo de un desastre en el escenario.
A pesar de las dudas sobre su estado mental y físico, se esperaba que Biden, tras una semana de descanso y preparación junto a su equipo, apareciera en mejor forma. Sin embargo, lo que sucedió fue todo lo contrario. Biden cometió errores graves, como dar números incorrectos sobre Medicare y sugerir que el aumento de la inmigración ilegal era beneficioso para la economía. Sus respuestas fueron incoherentes y llenas de lapsus. ¿Alguien entendió lo que quería decir? Porque yo creo que ni él lo entendió.
Incluso en su mejor versión, preparada y descansada, Biden no está en condiciones aptas física ni mentalmente para gobernar. Esto sugiere que no solo no debería buscar un segundo mandato, que finalizaría a los 86 años, sino que probablemente no debería estar en el cargo actualmente.
El desempeño de Biden fue una humillación total. Sin embargo, siendo un político con una carrera de décadas, es muy poco probable que renuncie voluntariamente a su aspiración presidencial, aunque para muchos es evidente que parece estar sufriendo de demencia senil. Su insistencia en continuar no solo podría entregar la presidencia a los republicanos, sino también el control del Congreso.
Trump, por su parte, buscó posicionarse al centro y mostró mucha fortaleza. El impacto de ver a Biden tan deteriorado fue tan grande que cualquier análisis sobre la actuación de Trump quedó en segundo plano. No obstante, el republicano tuvo una noche que seguramente mejorará sus posibilidades de ganar el voto de los independientes, indecisos y hasta algunos demócratas.
En la mayoría de los debates, la percepción del candidato es más importante que los argumentos y datos específicos. En este sentido, Trump superó a Biden al parecer indudablemente más capacitado y enérgico. Además, Trump adoptó posturas más centradas y progresistas en algunos temas, criticando el belicismo de Biden al financiar a Ucrania y argumentando que la inmigración ilegal perjudica a las comunidades afroamericanas e hispanas. Trump se mostró tan magnánimo que casi se le veía un halo encima, mientras que Biden parecía necesitar urgentemente un GPS para no perderse en el escenario.
Trump logró uno de sus mejores desempeños en un debate gracias a la regla que silenciaba el micrófono del oponente. Sin poder interrumpir y frente a un adversario cansado e incoherente, Trump se mostró más serio y preparado. La falta de capacidad de Biden era tan evidente que Trump no necesitó señalarla, lo que lo hizo parecer empático y magnánimo.
Biden mintió repetidamente durante el debate. Los moderadores de CNN mostraron poco liderazgo y control. Biden se vio muy débil y no articulaba respuestas coherentes. En lugar de demostrar vigor, confirmó las preocupaciones sobre su disminución. Los demócratas entraron en pánico, con muchos sugiriendo la necesidad de sustituirlo como candidato. Parecía que Biden necesitaba una siesta y un vaso de leche caliente más que otro mandato.
El pobre Biden fue tan catastrófico que lo único razonable sería que se retire de la contienda con dignidad. Al fin y al cabo, ¿qué podría ser más lógico que reconocer cuándo es hora de dar un paso al costado y dejar el camino libre para alguien más apto?
Félix A. García es un estratega político y fundador de Primera Consulting Group, una firma consultora global de política pública y asuntos regulatorios. García se desempeña como consultor en campañas políticas. Puedes seguirlo en Twitter como @FelixGofficial.